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💖SOCIABILIZANDO PÀRA UN INTERCAMBIO DE PAREJAS💖

Anónimo Swinger

💖SOCIABILIZANDO PÀRA UN INTERCAMBIO DE PAREJAS💖
21 de marzo de 2023

💖SOCIABILIZANDO PÀRA UN INTERCAMBIO DE PAREJAS💖

UN RELATO POR ANONIMO.SWINGER
Hola a todos,tengo 50 años, estoy casado con Amparo, de 46 años, de la que estoy profundamente enamorado y ahora me permito escribir lo que nos ocurrió el pasado verano, con el convencimiento de que el próximo repetiremos la experiencia. Físicamente estamos de buen ver, sobre todo mi mujer. Tiene buen tipo, graciosa de cara, y sobre todo unas tetas, unos muslos y un culo que quitan el hipo Como se ve no somos unos chavales, pero en cuestión de sexo no creo que nadie nos pueda dar lecciones, antes al contrario. Somos un matrimonio que además de querernos, disfrutamos del sexo a tope, practicándolo sin ningún tabú y hablando de él con toda naturalidad.

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Desde hace tiempo, cada vez que estamos haciendo el amor, nos gusta fantasear con otras experiencias, fundamentalmente el hacerlo con terceras personas, pero en presencia de los dos, pues aunque yo he ido varias veces de putas y a ella le excita que se lo cuente con detalle, pienso que sería el colmo si ella lo hubiera vivido conmigo. Además imaginarla a ella con otro hombre o mujer delante de mí, me pone a doscientos. Aunque tengo que decir que a ella no le seduce demasiado la idea.

Todos los veranos tomamos una semana para nosotros solos, para disfrutarnos el uno del otro sin el agobio del trabajo, los hijos y demás gente conocida, y donde mi mujer pueda ir con ropa provocativa, pues me encanta que la miren con desparpajo, y que ella vaya provocando. Pues bien, siempre vamos a un hotel de la costa andaluza, donde a pocos kilómetros hay una playa nudista a la que vamos todos los días. Durante esa semana nos convertimos en dos golfos de cuidado sin ningún pudor, y ya para ir en el coche mi mujer se pone simplemente una batita de verano, muy corta y sin ropa interior y yo con traje de baño y una camisa.

 Durante el trayecto yo aprovecho para subirle la corta falda dejando su coño a la vista de los camioneros que adelantamos, que se ponen como motos. Al mismo tiempo yo le pongo una mano en el muslo y poco a poco voy acercándome a su coño, que ya se encuentra húmedo, al tiempo que ella me saca la polla y la acaricia. Es de suponer que el viaje se nos hace cortísimo y sin darnos cuenta llegamos directamente a la playa. Aunque llevamos muchos años haciendo lo mismo, resulta increíble la sensación de desnudarte por completo el primer día a la vista de todos.

Una vez allí, cogimos las tumbonas, bajo la sombrilla y muy cerca del mar leyendo un libro, haciendo crucigramas y sobre todo acariciándonos. Con el tiempo nos hemos desinhibido y nos seguimos tocando cuando pasa gente por la orilla y que nos vean nos pone más cachondos, tanto que mi mujer abre las piernas todo lo que puede, y más de uno pasa 50 veces a la largo de la mañana para mirarla.
Puse bien, uno de esos días que nos encontramos en la playa, mi mujer me avisó para que viera una morenaza buenísima que pasaba por la orilla, que a mí me puso como una moto y sin quererlo tuve una erección descomunal comenzando a acariciar a mi mujer, que ya tenía el coño mojado. 

Poco a poco nos fuimos calentando y en un momento puse mi cabeza entre sus piernas y comencé a comerle el coño sorbiendo sus jugos, jugando con el clítoris entre mis labios y ella, que vio que no venía nadie, empezó a gritar de gusto retorciéndose en la tumbona y diciendo:
– ¡Sigue, sigue así, cabrón… que gusto que me estás dando… voy a correrme aquí mismo… oooh…!
Así seguimos un rato más, pero sin llegar a correrse, pues reservamos la traca final de cada día para la siesta, pues de esa forma estamos durante la comida comentando y disfrutando de lo que vamos hacer al llegar al hotel. Cuando saqué la cabeza de entre sus piernas e incorporarse, cual fue mi sorpresa al ver que detrás de nosotros y bastante cerca, había una pareja nudista, de la que no nos habíamos percatado de su llegada, y miraban mi polla en toda su extensión, dejando escapar una sonrisa. Yo me senté al lado de mi mujer y al comentárselo se puso histérica, no sabía dónde meter la cabeza:


– Seguro que me han oído gritar. ¡Que vergüenza… ¡Vámonos de aquí!
Traté de calmarla, diciéndole que era normal lo que habíamos hecho, y que si les hubiese disgustado se habrían ido o nos hubieran llamado la atención, pero ella no atendía a razones y solo quería marcharse. La otra pareja debió darse cuenta de lo embarazoso de la situación pues el hombre se acercó y con la excusa de pedirnos fuego al ver que mi mujer ocultaba su rostro tras una revista, dijo:
– No puedo negar que hemos sido testigos de vuestro arrebato de cariño, pero no debéis sentiros mal por nuestra causa, ya que mi mujer y yo también solemos hacerlo en la playa cuando no hay gente, además nos ha gustado verlo pues nos ha puesto muy cachondos.

Debía ser cierto, pues su polla estaba bastante morcillona y de la puntita se dejaba ver una pequeña gota de semen que lubrica cuando uno se pone en forma. Yo le comenté que no nos habíamos dado cuenta de su llegada, le di fuego y me presenté tras pedirle disculpas, dándome cuenta que mi mujer estaba un poco más relajada. El, a su vez, también se presentó y llamó a su pareja, por lo que mi mujer tuvo que levantarse y hacer los honores. Resultaron ser Paco y Tere, un matrimonio de unos 48 a 45 años, de Toledo, él estaba muy bien dotado físicamente.

 Tere era morena, media melena, un poco llenita, con unos pechos bastante grandes y un coño negro y peludo, como a mi me gustan y hacia donde se me escapaba la mirada sin querer. Estaban de vacaciones y era la primera vez que venían a esta playa, pues ellos solían ir a una playa nudista cerca de Cádiz. Resultó que estaban alojados en el mismo hotel que nosotros y les invité a que se sentaran al comprobar que la cara de mi mujer delataba mayor relajación.

 Pasamos la mañana juntos hablando del trabajo y esas cosas, dándome cuenta de que Paco miraba a hurtadillas a mi mujer, concretamente a su entrepierna y tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no empalmarme, pues al tiempo yo hacía lo propio con la suya. Comimos juntos, y en el hotel quedamos en vernos a las 11 de la noche para tomar una copa, pues esa tarde tenían un compromiso inevitable.
Ya en la habitación comenté la situación con mi mujer, ella me dijo que había pasado un mal rato, pero que poco a poco se fue reponiendo hasta el punto de confirmarme que Paco estaba buenísimo y que no le importaría hacerle un favor. Me lo decía para calentarme, pero sin ninguna intención de hacerlo. Nos pusimos como motos y en la misma ducha follamos como descosidos.

A las 9 de la tarde pedimos que nos subieran una cena fría y nos relajamos viendo la tele y poco antes de las 11 nos preparamos para acudir a la cita de Paco y Tere, diciéndole a mi mujer que se pusiera lo más provocativa que pudiera y que fuera sin ropa interior. A ella no le gustó la idea, pero me hizo caso, se puso una falda vaquera cortita y una camisa a juego que dejaba ver bastante de sus preciosos pechos. Cuando bajamos Paco y Tere estaban esperándonos, habían cenado, así que cogimos mi coche y nos dirigimos a una cafetería al aire libre, pegada al paseo que hay frente al mar donde ponen música tranquila y se puede bailar. Nos colocamos en una especie de reservado formado por la vegetación y ellos se sentaron frente a nosotros, no había mucha gente y comenzamos a charlar hasta que, en un momento sonó una canción y Tere le dijo a Paco de bailar, y yo aproveché la ocasión para comentarle a mi mujer que abriera un poco las piernas cuando volvieran.

 Terminada la canción volvieron a sentarse dándome cuenta de que los dos dirigían su mirada a las piernas de mi mujer, que las tenía un poco abiertas. Paco, que se sentaba frente a ella, no paraba de mirar hacia allí, pues ya se había dado cuenta de que mi mujer no llevaba ropa interior y ella, al poco rato, todavía las abrió un poco más. Yo estaba más caliente que nada viendo como mi mujer ejercía de puta para mí y mientras hablaba con Tere de algo intrascendente, oí que Paco le preguntó a mi mujer si quería bailar, ella contestó que sí y al levantarse me lanzó una mirada de complicidad, dándome cuenta que estaba disfrutando

. Entonces Tere se sentó a mi lado, pues estaba de espaldas a la pista de baile, la canción era ideal para bailar pero a mí no me apetecía, estaba más interesado en observar a mi mujer cómo se desenvolvió bailando con otro hombre estando yo delante. Ella sabía lo que a mi me gustaba, bailaban lentamente y muy pegados el uno al otro, y en un momento determinado vi el clásico movimiento al que estoy acostumbrado, en el que mi mujer mueve de la cintura hacia abajo su cuerpo centrándolo con el de Paco para notar el bulto que éste ya tenía entre sus piernas, pero el movimiento no pasó desapercibido para Tere que apoyó suavemente su cabeza en mi hombro diciendo:
– Parece que saben acompasarse muy bien ¿no crees?
Yo asentí, al tiempo que pasaba un brazo por sus hombros, quedando mi mano muy cerca de su pecho derecho, bajé la cabeza y dada su postura, el escote se le había separado del cuerpo comprobando que no llevaba sujetador, acerqué poco a poco mi mano hasta rozar su pecho y como ella ni se inmutó tomé toda la teta en mi mano masajeando suavemente.

A todo esto Paco había metido sus dos manos por la falda de mi mujer cogiendo en cada una de ellas sus dos hermosos glúteos, acariciándonos y pasando un dedo por el canalón de su trasero. Miré la cara de ella, que tenía los ojos cerrados, y parecía disfrutar pues vi cómo de vez en cuando metía una mano por entre sus cuerpos en dirección a la polla de Paco. Aquella visión hizo que me cogiera un empalme que no pasó desapercibido para Tere, pues llevó su mano hasta mi polla y levantando su cara para mirarme me dijo:

– Se nota que estás disfrutando con lo que estás viendo.
Al mismo tiempo acercó su boca a la mía, yo no pude contenerme y la besé con pasión mientras introducía mi mano por entre las piernas que recogían una minúscula falda, no tardando en distinguir el tacto de la mata de pelo que cubría su coño, dándome cuenta que tampoco llevaba ropa interior. Ella se estremeció, yo la besaba fuertemente, le oprimía su exuberante pecho y comenzaba a introducir un dedo en el interior de su raja mientras que con otro acariciaba su clítoris… pero, animado por los recuerdos, creo que me he alargado demasiado...

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